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Conferencia: La mente del asesino y los desafíos para la investigación policial

03/11/2014

Vicente Garrido es profesor titular de la Universidad de Valencia, psicólogo y criminólogo, y el mayor experto en psicópatas y agresores violentos de España. Ha escrito y publicado varios libros en torno a este tema.

D. Vicente Garrido dió una conferencia sobre "La mente del asesino y sus desafíos para la investigación policial". En ella hizo un recorrido por la historia de los asesinos en serie, desde Jack el Destripador hasta el
Asesino de la Baraja, a la par que ilustró los avances en la ciencia forense. 

Garrido explica como pocos y de manera amena las profundidades de la mente criminal, y brinda a la reflexión sobre cómo un ser humano es capaz de asesinar.

Vivimos en una sociedad fascinada por el crimen

A la sociedad siempre la ha fascinado un buen crimen, como explicaba George Orwell, "a quien no se le puede acusar de frivolidad o falta de rigor intelectual", explica Garrido, y es que de alguna forma el asesino consigue conectarnos con nuestra propia vulnerabilidad, por eso conocerlos mejor es una manera que tenemos de sentir que tenemos algún control. Con el asesino en serie esta afirmación es más cierta aún si cabe porque se trata de una persona que tiene como una doble personalidad, por un lado es alguien normal y corriente que podría ser el vecino de al lado o un amigo, y por otro, una mente criminal que disfruta matando, algo que parece incomprensible para la mayoría de la sociedad. 

Jack el Destripador, el desconocido

Jack el Destripador se hizo famoso en 1888 por ser el primer asesino en serie de la era moderna. No es que antes no existieran, sino que el Destripador aparece como consecuencia de la sociedad moderna e industrializada, que provoca la creación de grandes conglomerados de personas en donde reina el anonimato. En el medio rural, donde las personas de un mismo grupo poblacional se conocían, los asesinos en serie pasaban a formar parte de la mitología local, como es el caso de los hombres lobos. Pero en la sociedad moderna y racionalizada no hay lugar para los mitos.

El caso de Jack el Destripador marcó el comienzo de la ciencia forense, a pesar de que el caso nunca se cerró, y los medios con los que contaban entonces los investigadores era muy primitivos. Es más, hubo pruebas que incluso fueron borradas por la propia policía, como una pintada sobre la pared. Unas décadas más tarde, Locard, padre de la moderna ciencia forense y estudioso del polvo en las escenas de los crímenes, formuló un principio que sentó las bases del futuro de las investigaciones en este campo, y en el que hace reflexionar sobre qué pasó en el lugar del asesinato a través de las huellas físicas dejadas en el crimen. Locard entendió que todo asesinato, debido precisamente a la violencia de su naturaleza, deja una huella sobre el lugar de los hechos, a la vez que también el asesino se lleva algo de dicho lugar.

Ted Bundy, el asesino conocido

Los crímenes cometidos por Ted Bundy en los años 70 marcan una nueva etapa en la concepción de estos criminales así como en la investigación forense, que gracias a este asesino en serie, licenciado en psicología, periodista, educado, culto y bien parecido, descubre que tan importante es entender el perfil psicológico del criminal, como investigar la huella física que deja. Bundy utilizó su inteligencia y su conocimiento sobre la naturaleza de las personas, fingiendo que tenía un brazo roto para atraer a sus víctimas que acudían para ayudarle. Con Bundy nace un nuevo tipo de asesino, ya no se trata de alguien que se esconde en el anonimato de una sociedad masificada y desestructurada, como el Londres de finales del XIX, sino de una persona aparentemente normal que puede ser tu vecino, tu amigo, o tu pareja. A partir de este momento, los investigadores empiezan a estudiar también la motivación de estos asesinos: ¿qué les lleva a cometer tan horrendos crímenes, uno detrás de otro?

El asesino busca el sentido de su vida

Garrido explica que aunque el poder y el control son grandes motivadores para el criminal, en última instancia la mayor motivación es encontrar el sentido de su vida. El Asesino en serie es un psicópata, alguien que no tiene empatía, no siente nada por los demás, y a pesar de que por educación ha aprendido a responder a las normas sociales, en el fondo carece de un sentido que le permita distinguir entre el bien y el mal. Repasa su vida y se encuentra que le falta algo. Busca algo más, sentir algo diferente, y se pregunta, "¿no habrá nada más en la vida?". Es así como algunos de estos psicópatas tropiezan con la oportunidad de matar con ensañamiento, y descubren en este acto algo que les llena tanto que por fin su vida tiene sentido.

Al contrario de las caracterizaciones de la mitología cinematográfica, la mayoría de los asesinos en serie no buscan el reconocimiento, ya que prefieren seguir perpetrando sus crímenes, y saben perfectamente que para eso es mejor continuar en el anonimato. Pero afortunadamente, asegura Garrido, no todos los psicópatas terminan asesinando, ya que la mayoría permanecen bien integrados en la sociedad o descubren su sentido en la vida a través de grandes aventuras, como "cruzar el polo en patinete". 

El psicópata es un observador frío y objetivo. Aprende las normas sociales, no de forma instintiva, sino a través de la observación y la imitación. Quizá de alguna manera ve que las personas dejan huella unos sobre otros, pero no entiende ni puede ver que es la empatía que hace que nuestras emociones se completen por las de las personas que nos rodean. Y en esa búsqueda de eso que le falta, algunos psicópatas llegan a descubrir que a través de la violación, la mutilación y la descuartición por fin consiguen dejar una huella sobre otro ser humano. 

Conferencia: La mente del asesino y los desafíos para la investigación policial